20 de out. de 2014

#VistalegreSíSePuede

 
Ya nada es lo mismo en el panorama político español. El 15M, las listas de Falciani, la crisis económica y un Ejecutivo extemporáneo en la Moncloa favorecieron la irrupción de Podemos. Desde las pasadas elecciones europeas, el modo de hacer política y de comunicar ha dado un vuelco, aunque no siempre para bien. Ha llegado la hora del recambio generacional y, lo que es más importante, de un cambio real en la manera de entender la soberanía del Estado y su participación en los procesos políticos.

Este pasado fin de semana tuve la ocasión de acercarme hasta el Palacio de Vistalegre, en Madrid (en otros tiempos plaza de toros, escenario de la represión franquista y, no hace mucho, espacio talismán del PSOE) para asistir a la asamblea constituyente de Podemos. Lo hice como espectador de lo que consideraba podría ser un hecho histórico, pero también con agradecimiento a este grupo de personas que nos han devuelto las ganas de participar en política y de creer que las cosas se pueden hacer de otra manera. Sólo estuve el primer día, pero no quiero dejar de plasmar en esta entrada algunos de los hechos y de las sensaciones que pude percibir en el acto.


Más allá del retraso en el comienzo, de las dificultades para acceder al pabellón o de los problemas continuados con el sonido en lo que parecía una suerte de improvisaciones provocada por la falta de experiencia o el exceso de voluntariado, he querido observar una planificación casi milimétrica de los tiempos, los discursos y la imagen proyectados por la organización de la asamblea. Si en algún momento Podemos sólo supuso un juego, una apuesta o una bofetada a la situación política actual (que no lo creo); hoy, después de la movilización generada en todo el Estado, de devolverle a la ciudadanía el interés por decidir e intervenir en lo que les afecta, el partido de los círculos se ha convertido en una alternativa seria de gobierno, incluso con las mejores perspectivas posibles. Y todo esto en sólo 6 meses.

Pablo Iglesias (frío, calculador y respetuoso hasta la inverosimilitud) se convierte junto a J. Carlos Monedero (con una fuerza y energía insultantes, además de unas habilidades que facilitan la cohesión interna) en una versión mejorada del tándem González-Guerra, protagonistas de la primera década de la transición española.

Por otra parte, si ha pasado a la Historia el último congreso en el exilio del PSOE, en 1974; con un partido renovado que dejaba de lado el marxismo y la dimisión preventiva de un Felipe González que salía fortalecido de Suresnes; Vistalegre fue testigo de hechos y discursos de los que, sin duda, se hablará en el futuro. El desplazamiento de Podemos hacia un espacio más central en busca de un cleavage que aglutine a más electores, el aviso de Pablo Iglesias de hacerse a un lado dentro del partido si no triunfa su propuesta o el enérgico discurso sin aplausos, cargado de mensajes que el líder de la formación quería se escucharan en su totalidad dan buena muestra de ello.

Podemos 5G va a convertirse en un referente de la participación e interacción en una asamblea. Una participación mayor de la que a menudo se va a poder conseguir a través de los círculos. La interacción fue total e incluso –por momentos- “excesiva”. Se podían seguir las ponencias en vivo o en streaming, a través de la voz del ponente, de los signos del/de la intérprete o de los subtítulos y se podía opinar y votar en directo a través de la aplicación appgree, de facebook o de twitter. Y todo esto de modo gratuito, con una conexión WI-FI abierta para todas las personas que medio llenaban la chata.

Para cerrar la asamblea, otro acierto más. El himno de una transición que nunca dejó de estar en tránsito. Sonaba L’Estaca, de mi admirado Lluís Llach, como reclamando el protagonismo de aquella transición inacabada, aquel cambio que fagocitó durante décadas el significado de esta palabra en España y que ahora se impone la necesidad de revisar –en libertad, sin ataduras- un nuevo marco de convivencia. Más relevante aún la canción por encontrarnos en un momento en el que en Catalunya se está gestando un nuevo status político. Aunque de modo testimonial, sirvió además para llevar a Vistalegre una de las lenguas españolas, aparte del castellano y la lengua de signos que tuvieron presencia en la totalidad de la asamblea.

Podemos se enfrenta a contrincantes, rivales y enemigos. Una de sus debilidades consiste en ser objetivo de crítica para el resto de partidos políticos quienes –cada uno a su manera- rehusan compartir espacio con un nuevo inquilino.
Por el contrario, esta debilidad se convierte en fortaleza, al ocupar día sí y día también, espacios centrales en casi todos los discursos políticos del Estado. Que si son amigos de Venezuela o de Irán (les acusan quienes hacen negocios con Arabia o Marruecos). Que si son populistas (les acusa quién llama a un programa de cotilleo para comunicar con la ciudadanía o propone funerales de Estado para víctimas de violencia machista). Que no condenan a ETA ni a supuestas dictaduras latinoamericanas (les acusan quienes financiaron la dictadura de Videla en Argentina o siguen sin condenar la del general Franco). Que si van a acabar con el trabajo y la riqueza de todos los españoles (les acusan quienes llevaron al país a la actual situación con una deuda equiparable al 100% del PIB, un paro del 25% y un lugar preferencial en el ranking mundial de corrupción)…
El stablishment en pleno critica a Podemos convencido de que entre todos evitarán que se cuele alguien con las malas intenciones de [re]mover sillones y cajones. Aún así, más de uno mira con recelo y a solas cada noticia que genera el nuevo partido político antes de apurar con la comida un salario mínimo interprofesional servido frío en su copa.
Haciendo una interpretación libre del cui bono podríamos hacernos la siguiente pregunta: "¿a quién perjudica Podemos, a quién castiga?". La respuesta que nos están facilitando políticos y estómagos agradecidos es: a todos los partidos que pisan moqueta. En este sentido, es fácil imaginar cómo el partido de Iglesias sigue aglutinando apoyos de electores que quieren/necesitan castigar a quienes nos han conducido a esta situacin, camino de convertirse en la Siryza española.

Por otra parte, las posibles desavenencias futuras por parte de quien se considere con la misma o más legitimidad de ocupar uno u otro puesto, las luchas por el control del aparato o las negociaciones que habrán de llegar para conformar pactos, cuelgan como una espada de Damocles en el horizonte de una formación llamada a formar gobiernos o parte de ellos. Hasta entonces, me quedo con la ilusión y la rabia que abarrotaba el Palacio de Vistalegre. La rabia de las nuevas generaciones que ya no toleran ser humilladas ni menospreciadas por sus representantes y la ilusión de una generación más entrada en años que recupera las ganas de hacer política.

 

2 comentarios:

  1. Sorte de poder estar. Ésas aperturas son coma no xadrez... solo unha vez cada partida

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  2. Un placer poder haber compartido este momento histórico. Esto es lo que necesita nuestro maltrecho pais. Sí se puede!!!...

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