Con todo, siento más desazón, si cabe, ante aquellas medidas que se adivinan y que –en cierto modo- serán irreversibles. La incipiente privatización de las televisiones autonómicas va a dibujar un panorama mediático más uniforme y monocromático que el mapa del Estado con los resultados del pasado 20N. Las aspiraciones por hacerse con el control de alguna de éstas (léase TVG), incluso han provocado el “rediseño” de la línea editorial de un importante grupo de comunicación. Otra medida “irreversible” sería la pérdida absoluta del banco que inventamos, definimos y pagamos entre todos los gallegos en forma de Caixas y que –de un plumazo- fue vendido a precio de risa para que alguien se llene los bolsillos negociando con él y revendiendolo al mejor postor (tiremos de hemeroteca para recordar las privatizaciones de Tabacalera, Repsol, Telefónica...).
Con estas perspectivas, seguimos a la espera de lo que nos deparan The man with nothing to say (como denominaba The economist a Rajoy hace apenas 4 meses) y su equipo comandado por Soraya y Moragas. En efecto, no tiene por delante una labor fácil, ahora se trata de aplicar medidas reales y no de negarle la mayor a su rival político; y en este sentido, tendrá que explicarnos bien porqué los ciudadanos de a pie nos apretamos el cinturón más allá del último ojal para salvar a los bancos a cualquier precio, o porqué es preciso recortar derechos sociales y laborales adquiridos en el último siglo mientras seguimos manteniendo gastos tan infaustos y superfluos como la financiación de los partidos (sin ir más lejos, los resultados de los últimos comicios repartieron entre los partidos políticos españoles más de 25 millones de euros).
Copioso trabajo (el que nos falta al resto
de los españoles) va a tener quien se haga con la cartera de Economía, y no lo
digo por el nefasto estado del Tesoro y de nuestras cuentas, sino por la labor
propagandística para convencernos a todos de que empezamos a ver la luz al
final del túnel o para exigirnos sacrificios a los que ya no estamos
acostumbrados. Queda por saber en este apartado si por aquí va a entrar el
“representante” de los mercados, evitando de este modo el golpe de Estado
posterior (como hicieron en Italia y Grecia). Nombres bien posicionados, como J. M. Glez. Páramo (actual asesor del BCE) o Luis de Guindos (ex-consejero asesor para Europa de Lehman Brothers), permiten entrever esta posibilidad.
No sabemos aún quién va a ocupar cada
cartera ni lo que se propone el futuro gobierno del Estado, ni siquiera sabemos
si en la próxima legislatura vamos a vivir uno o varios relevos en el
Ejecutivo; lo que sí tenemos es la percepción de que fuera de España saben más
de las intenciones de Rajoy que
nosotros mismos. Y esto, en un partido de corte nacionalista (nacionalista
español, comencemos a llamar a las cosas por su nombre sin complejos ni
acritudes), no debiera tener cabida.
Preocúpanme moito os recortes que se aveciñan, tanto os que se percibirán a curto prazo(perda dos dereitos sociais e laborais), como os que ao principio non terán tanta repercusión (privatizacións dos servicios públicos)pero que en definitiva están dirixidos a rebaixar á mínima expresión o estado social e de benestar que fomos acadando nos últimos 35 anos.
ResponderEliminarEu gosto dos estados con amplos dereitos sociais e laborais e cuns servicios públicos de calidade. Ademais defendo que un estado debe contar cunha banca pública que, entre outras cousas, teña como finalidade a concesión de créditos de baixo interese a particulares, autónomos/as e á pequena e mediana empresa; do mesmo xeito creo que o estado debería ter o control do sector enerxético en xeral porque é fundamental para o desenvolvemento dun país e unha vez privatizado é dificilmente reversíbel.
Como ben sabes, non hai muito a debater nas linhas xerais. O único que me trai á cabeza a túa reflexión (máis concretamente a segunda parte da mesma) é que iso que defendes non é o mesmo que defendeu ningún dos governos que tivemos desde aquilo que chaman transición, polo que nada nos indica que nalgún momento se poida invertir esta situación.
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