21 de xul. de 2011

Brutal

En la tarde de ayer pudimos asistir –en diferido- a una de las dimisiones que más se ha hecho esperar en el conjunto del Estado. El “inocente” Camps, el galán del partido, el inefable gestor (con permiso de la Barberá) de uno de los graneros de votos de la derecha española, dejaba su cargo presidencial para allanarle el camino en su llegada a la Moncloa al candidato que ya perdió dos convocatorias electorales.


 

Tomaba (le tomaban) esta decisión a última hora, en lugar de reconocer la culpabilidad en el molesto caso de los trajes; esa punta de iceberg que parece estar rodeada de un agua extremadamente congelada y que cubre lo que parece ser una trama de financiación ilegal de grandes dimensiones. Por el contrario, dos de los cuatro imputados en el caso –Víctor Campos y Rafael Betoret- reconocían su culpabilidad apenas unas horas antes, indicio claro de que la trama existió.

La decisión que finalmente tomará Ricardo Costa –el cuarto imputado- y la renuncia de Rita Barberá a posicionarse en la sucesión de Camps hacen presagiar que el problema generado por el caso Gurtel en el PP corre el peligro de agudizarse en vísperas electorales.

Ningún comentario:

Publicar un comentario